Rosa Elvira Vargas y Enrique Méndez

Acompañados de sus equipos, Andrés Manuel López Obrador y Enrique Peña Nieto dieron inicio formalmente al proceso de transición.

En un ejercicio inédito, el gabinete del presidente Enrique Peña Nieto y el equipo del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, iniciaron ayer formalmente una transición institucional, respetuosa, si bien ambos ventilaron sus diferencias de proyecto, en temas como el nuevo aeropuerto y el país que hereda la administración que concluye.

Mientras López Obrador insistió en que el destino de la terminal aérea se asumirá a partir de la consulta popular –figura que, adelantó, podría aplicarse a todo lo que requiera opinión ciudadana–, Peña Nieto afirmó que los contratos siguen vigentes, las empresas continúan con la obra, pero admitió que se ha generado relativa incertidumbre y atribuyó las divergencias a ópticas distintas entre él y su sucesor.

Además, se dijo respetuoso del mecanismo decidido por López Obrador para definir si continúa la construcción de la terminal en Texcoco o se amplía la base aérea de Santa Lucía.

En una amplia conferencia de prensa conjunta, posterior a la primera reunión entre los dos equipos, López Obrador confirmó que en breve se entrevistará con los secretarios de la Defensa, Salvador Cienfuegos Zepeda, y de Marina, Vidal Francisco Soberón Sanz, para que ambos propongan a quienes puedan sustituirlos en esos cargos.

Los nuevos titulares, indicó, serán un general y un almirante en activo y que, como parte de los nuevos tiempos, sus designaciones se anunciarán antes del primero de diciembre.

Desde el patio de honor de Palacio Nacional sostuvo que el juicio final sobre el gobierno de Peña Nieto corresponde al pueblo, y nuevamente le reconoció que, a diferencia de otros presidentes, el jefe del Ejecutivo dio muestra de imparcialidad en el proceso electoral.

No voy a contradecir en este periodo de transición. Ya fijamos postura, hicimos compromisos durante la campaña y no necesitamos hacer propaganda. Lo dicho, dicho está, delimitó.

Resaltó que a partir del primero de diciembre no se ejercerá un gobierno al servicio de una persona o de grupo ni que actúe como comité. Por eso no hay nada que temer. Todos van a participar, pero las decisiones las tomará el gobierno legítima y legalmente constituido.

Ayer, antes del encuentro entre los dos equipos, Peña Nieto recibió por tercera ocasión a López Obrador en privado. Después, en el salón de recepciones de Palacio Nacional, ambos presentaron a sus respectivos colaboradores, y durante la reunión –explicaron fuentes de los dos políticos– sólo hablaron el Presidente y el presidente electo.

Ya en la conferencia, afirmaron que la reunión se dio en un clima de respeto y cordialidad, además, resaltaron lo inédito del encuentro, dado que mucho antes de la toma de posesión de López Obrador ya hay próximos secretarios designados, que han sostenido reuniones de trabajo con el gabinete en funciones.

La intención del diálogo, dijo Peña Nieto, es que el próximo gobierno cuente con los elementos necesarios para iniciar su gestión de manera exitosa. López Obrador celebró que la transición comience en un contexto de respeto y en coordinación plena. Además, definió, se trata de una transición institucional, porque surgió de un proceso electoral democrático.

Peña sostuvo que deja un país con estabilidad económica y política; priva un clima de armonía y paz social, aunque admitió que hay regiones con grados de inseguridad, donde se ha acentuado, y previó que ese problema será un reto para el siguiente gobierno.

Reconoció incluso que si bien hubo aciertos y avances, no fue suficiente para garantizar seguridad, y cuestionó que en algunas partes los índices de criminalidad se han incrementado. Habíamos logrado revertirlos, aumentaron, hubo cambio en varias administraciones estatales, y vale la pena que se dé a conocer dónde estaban cuando arribaron y dónde están hoy.

Los tres órdenes de gobierno, añadió, son corresponsables de la política que apliquen en materia de seguridad.