José María Carmona.
Tres documentos en las últimas semanas se publicaron que dan cuenta de la condición de vida de la mayoría de los mexicanos, el primero un estudio del economista Gerardo Esquivel titulado “La desigualdad extrema”; un segundo, “La Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares” del INEGI y un tercero referente a la política social, realizado por el Consejo Nacional de Evaluación, CONEVAL, que en los próximos días se conocerá.
El primer documento da cuenta de la profunda concentración del ingreso en el país en unas cuantas manos, donde cuatro empresarios concentran el 9 por ciento de la riqueza nacional, pero que a su vez fueron beneficiados por el proceso de la privatización de las empresas estatales en el gobierno de Carlos Salinas.
Pero lo más grave de la privatización de la economía en los últimos 30 años es que un millón de mexicanos concentran el 40 por ciento de la riqueza nacional, en pocas palabras no solo alcanzaron este nivel si no como ya se sabe en los últimos dos años aumentaron el 30 por ciento sus riquezas personales, y segura mente usted ya adivino de que se trata de los ricos más poderosos del país que son Carlos Slim, Ricardo Salinas y los Larrea.
El segundo documento antes citado que es la encuesta (ENIGH) viene a confirmar las tendencias hechas por Gerardo Esquivel, y los datos más reveladores se refieren a que entre 2012 a 2014 los ingresos de las familias cayeron en menos 3.5 por ciento para este periodo y la caída mayor se registro en los deciles del V a IX, donde está ubicada principalmente la clase media que ha visto disminuir su ingreso del 3.5 a 6.1 por ciento.
El decil X que son las familias más ricas del país concentra el 35.4 por ciento del ingreso nacional del país. Cabe destacar que el decil I donde se concentran las familias más pobres del país en el periodo citado aumento su ingreso en 2.1 por ciento, gracias a los programas sociales, es decir a las trasferencias que hacen el gobierno federal a este sector de la población.
Las primeras declaraciones del CONEVAL, a punta, a que la política social del gobierno de Peña Nieto no ha tenido efectos importantes en la disminución de la pobreza del país y mucho menos en lo relativo a la pobreza extrema que alcanza a 20 millones de mexicanos.
En una relación proporcional, estos resultados están directamente relacionados con los resultados obtenidos en el proceso electoral del 7 de junio del presente año donde los electores pulverizaron la votación a no otorgarle la mayoría a ningún partido político y votar por candidaturas independientes.
De esta manera la política económica y social del gobierno de Peña Nieto tiene un saldo negativo y su administración está entre la población desacreditada.
En medio de la corrupción no solo por la clase política sino también por los escándalos de la casa blanca, así como las masacres contra la población que se organiza para autodefenderse del crimen organizado, el gobierno de Peña Nieto ha recibido un duro golpe con el escape del Chapo Guzmán, además que sus reforma educativa no avanza por la resistencia del magisterio democrático.
Por los resultados ofrecidos por los documentos anteriormente mencionados y el fundamentalismo presidencial por llevar a cabo hasta las últimas consecuencias las reformas estructurales que según la versión oficial generara al país más inversiones extranjeras y un supuesto desarrollo para combatir la pobreza y el hambre que parecen millones de mexicanos.
Por los pronto, tanto la política económica y social peñista tiene efectos regresivos de los ingresos entre la mayoría de la población, y hasta la clase media empieza a empobrecerse aceleradamente, mientras tanto la popularidad del presidente Peña Nieto va en caída vertical, repudiado por amplios sectores sociales. En conclusión Peña Nieto empobrece a la mayoría de los mexicanos.