chemaJosé María Carmona

Las relaciones de México y Estados Unidos son complejas y al mismo tiempo la política exterior del gobierno de Peña Nieto es de sumisión a los intereses del gobierno de Trump; mientras se está renegociando el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el gobierno norteamericano envía a la Guardia Nacional de ese país con el fin de militarizar la frontera norte para detener según Trump el trafico de drogas y la migración.

Esta política también tiene el propósito de obtener mayores beneficios comerciales para los Estados Unidos, consiste en golpear para que el gobierno mexicano se ponga de rodillas y acepte todas las condiciones de la parte norteamericana.

El discurso antimexicano de Trump no tiene límites, pero para el gobierno Peñista la política exterior consiste en una simple declaración en “defensa de la soberanía y la dignidad nacional”, a esta política, se han unido sin condición alguna los candidatos a la presidencia de la republica comenzando por López Obrador que supuestamente es el más “radical”, Ricardo Anaya y como es lógico José Antonio Meade y al mismo tiempo la mayoría de los actores políticos, los intelectuales domesticados por el sistema y como es obvio las cúpulas empresariales y los dirigentes sindicales de todos los colores y sabores en la gama política nacional.

Es incuestionable dar una respuesta a la política de Trump de manera unificada ante la provocación y la militarización de la frontera norte, pero esto no significa un apoyo incondicional a la miserable política exterior de Peña Nieto que además es insuficiente para detener la ofensiva del presidente yanki que no busca otra cosa que seguir saqueando al país, así como explotar a los trabajadores mexicanos y mantener en la ilegalidad a millones de migrantes, porque esto significa mantener salarios bajos en Estados Unidos, incrementando las ganancias del capital norteamericano.

Contener el  flujo migratorio a través de la construcción del muro fronterizo y la militarización también para combatir el narcotráfico es tan solo una pantalla para desviar la atención en la opinión pública del país del norte y justificar la política contra los migrantes mexicanos y centroamericanos.

El apoyo de condena al gobierno de Peña Nieto de manera incondicional por parte de sectores de los trabajadores y organizaciones sindicales, de manera especial de los dirigentes es una política incorrecta teniendo el pretexto de la famosa “unidad nacional”, más aun gobierno como el de Peña Nieto  que tiene  el repudio de la mayoría de la población.

El apoyo incondicional a la política exterior contra  Trump tiene un problema que es que Peña Nieto no convoca a la población a la movilización para repudiar al presidente estadunidense y ninguno de los candidatos presidenciales, además de imponer  sanciones de carácter diplomático como económicas.

Peña Nieto tiene un gran temor que el sentimiento antinorteamericano del pueblo de México  vaya más allá de los límites de la democracia formal y mediante la movilización independiente de los trabajadores y sus sindicatos, además de las organizaciones sociales se desborde y la lucha se convierta contra el propio gobierno peñista.

Ante las amenazas y las acciones de Trump se debe de dar la unidad de acción pero sin apoyar al gobierno de Peña Nieto.

Las organizaciones democráticas independientes y nacionalistas deben den convocar a una jornada nacional de lucha en contra de Trump para presionar al gobierno mexicano que vaya mas allá en defensa de la soberanía nacional y tome medidas de sanciones económicas y diplomáticas, pero en ningún momento debe de haber apoyos aunque sea critico al gobierno peñista; es por ello que los trabajadores y el pueblo de México deben ir juntos pero no revueltos contra la política antimexicana de Donald Trump.     

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