José María Carmona
Tal vez usted estimado lector, no se pude imaginar como un maestro que ahora se llaman de educación especial hace más de 50 años pudo enseñar a sus alumnos discapacitados los conocimientos que marcaban el programa de educación básica –primaria-, en un grupo de alumnos con discapacidad visual y motriz, atender a más de 15 alumnos con necesidades diferentes en cuanto a la pedagogía y con pocos recursos materiales y didácticos.
Imagine por un momento a los alumnos con discapacidad visual, para explicarles el sistema solar y como giran los planetas alrededor del sol o escribir en braille y qué decir de matemáticas.
Otro ejemplo es el de un discapacitado motriz que no podía sostener con su propio puño el lápiz, la gran dificultad para construir silabas y oraciones gramaticales, aparte de enseñarle a leer.
A los discapacitados visuales le enseñaba a escribir en maquina al tacto y con mucha paciencia les iba indicando donde estaba la ubicación de las letras en el teclado de la maquina mecánica.
No tan solo eso sino que también los llevo a enseñar a tocar el piano y otro instrumento musical.
Y para que estuvieran en contacto con el medio ambiente los llevaba de excursión no solo al Bosque Cuauhtémoc y a los museos, los discapacitados visuales les tomaban la mano y muy suavemente y con cuidado los guiaba para que con el tacto tuvieran una idea de las formas geométricas de los cuerpos animales y el humano.
Todo ese trabajo didáctico que ahora se llama de educación especial lo realizaba en la jornada de 9 a 12 horas y después de ello se quedaba atender algún alumno que por accidente de la vida descubrió que tenía al 100 por ciento su capacidad intelectual, pero tenían parálisis cerebral.
Le impartió los primeros cuatro años de la educación primaria y el infante posteriormente con muchas adversidades no solo concluyo la educación primaria sino se graduó de la universidad de maestro. El proceso experimentado por aquel alumno que actualmente es profesor universitario es una historia de vida muy larga de contar y que en este espacio es imposible en pocas palabras narrar.
Volviendo, aquel maestro que era un verdadero apóstol de la educación, ganaba un salario miserable el cual gran parte de él lo invertía en comprar material didáctico para sus alumnos y por la tarde noche iba a enseñar a los trabajadores en una escuela nocturna.
Nunca en su vida aquel maestro abandono a sus alumnos, por razones familiares y sociales unos se realizaron, otros no lo lograron, pero también los capacito para ser autosuficientes y ganarse la vida con dignidad.
El maestro dominaba el idioma ingles muy bien, enseñándoles a sus alumnos a escribirlo y pronunciarlo correctamente.
En las vacaciones de verano conseguía becas en la embajada norteamericana para ir a capacitarse o intercambiar conocimiento y experiencias en la educación con infantes discapacitados y los gringos se quedaban maravillados de su capacidad, talento para hacer progresar a los infantes.
Le ofrecieron trabajo y la residencia para él y su familia en una escuela de millonarios con hijos con discapacidad la cual nunca acepto porque él siempre decía que los niños discapacitados de México lo necesitaban.
Finalmente el profesor tuvo que abandonar un día su profesión y convertirse en comerciante en el estado de Veracruz, de los gobernadores de Michoacán nunca recibió el mínimo apoyo en su misión educativa los proyectos fueron ignorados.
Ante la necesidad para formar a sus hijos como profesionistas como ya se menciono se fue de Michoacán, pero en su pequeño negocio de comerciante siempre enseñaba algo a niños con discapacidad en las colonias populares.
Casado primeramente con una maestra hondureña y posteriormente una de sus hijas con un medico de la misma nacionalidad se perdió algún día en Centroamérica, creo que la patria lo perdió para siempre y el país no lo supo valorar; hoy lo recuerdo con mucho cariño en estos momentos en que la lucha magisterial está en su máximo nivel contra la Reforma Educativa, tal vez usted estimado lector recuerde a su primer maestro o maestra y como el mío me dejo la conciencia marcada para siempre.