José María Carmona

Un gran debate se ha abierto entre las corrientes de la izquierda de América Latina con la caída de la ahora presidente en retiro Dilma Russet cuando el Congreso de Brasil decidió retirarle el cargo  de presidente por destinar fondo del Estado para otros fines.

Aunque Russet no está acusada de corrupción, el anterior hecho basto en apariencia para su caída del gobierno.

La clase política brasileña es igual de corrupta a la mexicana, pero con la caída de los precios internacionales del petróleo, la economía brasileña entro en una recesión a consecuencia de los ajustes al presupuesto por la pérdida de los ingresos tributarios.

Pero en realidad la caída de la presidenta Russet no fue por los escándalos del mal manejo de los recursos públicos sino la consecuencia de la indignación por parte de un gran sector de las masas populares ante la crisis.

El Congreso brasileño donde están los políticos más corruptos de este país y que se beneficiaron en el pasado reciente del gobierno del Partido de los Trabajadores que es el partido de Russet en una coalición para garantizar la estabilidad política.

Fue el descontento y el repudio de miles de trabajadores que salieron a la calle los que tumbaron al gobierno brasileño; la separación del cargo tan solo ha sido una consecuencia tomada por el Congreso de Brasil.

La presidenta Dilma Russet y los diferentes gobiernos de izquierda o mal llamados progresistas de América Latina han calificado a este hecho político como un golpe de Estado y ahora la vanguardia de las izquierdas de América Latina y miles de activistas de todos los pelajes políticos salen a defender al gobierno de Dilma Russet y desgarrarse las vestiduras frente a la supuesta derecha que dio el golpe.

Más allá de los juegos de la democracia burguesa o formal, el gobierno del Partido de los Trabajadores de Dilma Russet tuvo que gobernar de cachetito al ritmo de samba  durante más de 15 años para conservar el poder con los partidos de derecha particularmente con el Partido Movimiento Democrático de Brasil  y algunos militares pertenecientes a las viejas dictaduras de los años setentas.

La tragedia para Evo Morales, Nicolás Maduro y otras organizaciones de izquierda es el “golpe de estado” contra el gobierno del Partido de los Trabajadores.

Una mayoría defiende a la mandataria brasileña, así como sus privilegios que tuvo en los años de auge de la economía que a través de su política social llamada Bolsa Familiar saco de la pobreza de manera artificial a millones de brasileños, pero cuando se cayó el precio del petróleo este programa se vino abajo y para salir adelante tuvo que desviar fondos del estado para poder ganar la presidencia de su país.

La esencia de  la caída del gobierno de Dilma Russet y del Partido de los Trabajadores que por cierto es el más grande de este tipo en el mundo es producto de las movilizaciones populares por el descontento ante la crisis económica y la indignación ante la corrupción de la clase política brasileña.

Hoy la mayoría de laizquierda de América Latina se equivoca al defender el gobierno corrupto de Dilma Russet porque es víctima de un supuesto golpe de Estado, en lugar de estar del lado de los miles de trabajadores que salieron a repudiar su política y que ante la falta de una dirección, este movimiento antigubernamental fue capitalizado por la derecha brasileña. Es por ello que el debate entre los militantes de izquierda es algo candente y aquellos que defienden el gobierno de Russet no les conviene reconocer que este gobierno supuestamente de los trabajadores gobernó para el gran capital tanto brasileño como internacional mediante prácticas corruptas.

En estos momentos seguramente en México el gobierno de Peña Nieto se ve frente al espejo de Dilma Russet y ante el descontento popular por tanta corrupción y la negativa de combatirla, seguramente está poniendo en práctica el siguiente dicho: “Cuando veas las barbas de tu vecino rasurar pon las tuyas a remojar”. Hoy cayó Dilma Russet del gobierno, el gobierno de Peña Nieto, ¿Cuando?