Federico Reyes Heroles
Días intensos. El río humano procedente del norte de África estremece al mundo. Pero las durezas no ceden. Ni siquiera las imágenes de Aylan Kurdi de tres años, ahogado, fueron suficientes para amansar la xenofobia y el rechazo.
Alambradas y deportaciones aceleradas en Hungría fue lo más visible. Cientos de náufragos muertos no contienen fobias y miedos. Pero la canciller alemana introduce racionalidad, abre puertas y fija una postura ética y humanitaria. Así obliga a otras naciones a contener las rabias. También hubo degradación: Volkswagen.
En La Habana un sonriente Raúl Castro, ¡quién lo hubiera imaginado!, funge como mediador y testigo. El presidente colombiano y el líder guerrillero de las FARC, Timochenko, estrechan manos tras el acuerdo de amnistía. Nada está firme. Santos enfrenta severas resistencias internas. China crea el mayor mercado de emisiones para contrarrestar las de CO2. El principal responsable de esa tragedia global puede inclinar la balanza del mundo a través, quién lo iba a imaginar, de un enorme mecanismo de mercado. En la ONU se pactan nuevas metas globales Agenda 2030 para combatir la pobreza, la desigualdad y la destrucción ambiental, entre otros. Las incompletas Metas del Milenio, sirvieron, a pesar de todo, como un muy civilizado mecanismo de presión.
Nepal promulga una nueva constitución y, de manera pacífica, transita de una monarquía a una república federal secular. En Burkina Faso los golpistas se ven cercados por la Comunidad Económica de Estados de África Occidental, la restauración del gobierno legítimo está en el horizonte. El jefe de la Agencia Internacional de Energía Atómica visita en Irán las controvertidas instalaciones nucleares donde no encuentran rastros de uso militar. En Turquía alrededor de 100 mil personas se manifiestan contra el terrorismo interponiéndose a los enfrentamientos entre el ejército y los rebeldes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán. Rusia, Irak, Siria e Irán coordinan acciones contra el Estado Islámico.
Pero, sin duda, las palmas se las lleva, una vez más, Francisco, el potente líder espiritual, el hábil político. Todos sus mensajes tienen miga, sustancia. En Cuba el político y artífice del acercamiento con EU saludó al dictador, Fidel, pero no incendió la discusión sobre derechos humanos. La mediación limita al político. Pero en plena Plaza de la Revolución llamó a servir a las personas y no a las ideologías. Golpe fuerte en un país gobernado por los dogmas. Pidió por la paz en Colombia donde también intercede. Ante miles de jóvenes se avergonzó de estar sentado y ellos parados, pero así se puede tomar nota. No aceptó tronos, sillas simples. Aflora el auténtico carisma. Sueñen, cuenten sus sueños, la expresión parece inocente, pero en Cuba es subversiva. Recuerda al París del 68: soñar como revolución.
En Santiago de Cuba, como lo destacó Fabiola Guarneros en su excelente cobertura para Excélsior, soltó otra bomba. Es en el hogar donde se cultiva la solidaridad o el egoísmo. Llamó a mirarse al espejo. En un país muy avejentado pidió cuidar a los abuelos.
En la Asamblea de la ONU fue directo al tema de la amenaza del narco y el fracaso en el combate al mismo: ...viene acompañado de la trata de personas, tráfico de armas, explotación infantil y otras formas de corrupción. Más claro imposible, abran los ojos, no finjan demencia. Otro tema, quien daña al medio ambiente daña a la humanidad. En el Capitolio posicionó al ser humano por arriba de los mercados, pidió compasión para los otros si la queremos para nosotros mismos, habló a los hijos de inmigrantes como hijo de inmigrante y ¡condenó la pena de muerte! Fue al este de Harlem, zona de mayoría latina y muy pobre, un mensaje implícito. Allí se reunió con niños migrantes y criticó con dureza la discriminación en EU, eso con Trump desbocado, mentó la soga en casa...
Visitó el Memorial del 11 de septiembre en una ceremonia interreligiosa que recalca su posición frente a otras expresiones de fe. Misa masiva en el Madison Square Garden, gran símbolo de ese país. Severa condena a los sacerdotes pederastas y visita a víctimas. Vergüenza fue la palabra que usó, justo en el país en donde los responsables también fueron solapados en complicidad con el Vaticano. Señaló que el futuro de la Iglesia reclama la participación de los laicos, una revolución conceptual. Lo sabe, lo cree y lo dice. Su legado crece, aceptación de corrupción en su Iglesia, aborto, matrimonio entre el mismo sexo, nulidad de matrimonio, todo con mares de sencillez. Sólo van dos años.
En Voltaire contra los fanáticos, Savater lo recuerda: el verdadero filósofo no es el que habla de filosofía, sino el que encarna una y la lleva hasta sus últimas consecuencias. Estamos ante un filósofo.